La
Relación entre Padres e Hijos
Todos somos hijos
Todos, no hay posibilidad
diferente. Independientemente de haber conocido a nuestros padres o no, estén
vivos o muertos, no dejan de ser nuestros padres.
Sean como sean, son nuestros
padres.
A ellos les debemos la vida.
Cuando tomamos conciencia de esta realidad aceptamos incondicionalmente que la
vida nos viene de ellos. Entonces aceptamos incondicionalmente que nuestra
genética parte de su genética. Que somos la unión de dos en una nueva
posibilidad.
Entender que procedemos de dos
seres humanos, tan perfectos e imperfectos como todos no conecta con la
disposición a aceptarles incondicionalmente y a la vez nos conecta con la
fuente de la vida. Somos la vida creada a través de su unión.
La Aceptación de la Vida
Si aceptamos
incondicionalmente que nuestra concepción proviene de esta unión aceptamos
incondicionalmente la vida.
Aceptando a nuestros padres
como progenitores nos colocamos en el lugar de hijos. En el lugar de los
pequeños, al servicio de todo lo anterior a nosotros. Al servicio de la vida,
inclinándonos humildemente a la vida. A su grandeza y a su misterio.
Reconociendo a algo más grande que nosotros que así lo dispone.
Entendiendo esto anterior
podemos observar que un hijo de un padre solo puede recibir.
Nacemos recibiendo. No existe
otra posibilidad. Si estamos vivos es porque hemos recibido la vida. Al tomar
la vida los hijos tomamos incondicionalmente a los padres y viceversa. Tras
tomar la vida el hijo sigue recibiendo lo que los padres le dan. Toma la
herencia y lo que hicieron y consiguieron con ella o lo que lograron ser. Todo
lo que hubo tal como fue.
Dice Brigitte Champettier de
Ribes:
“La actitud esencial ante los
padres no es emocional, es una actitud existencial:
- Ustedes me han dado la vida.
- Con toda sus imperfecciones, han sido
capaces de lo más grande: crear una vida.
- Gracias por la vida, gracias por ser mis
padres.
- Ustedes son los grandes, yo el pequeño o
la pequeña.
- Lo que me falte me lo busco yo.
Cuál haya sido la
vivencia con los padres, esta actitud es la necesaria para disfrutar de la
vida. Después, si hace falta para su supervivencia, el hijo añadirá:
“Y para mi protección
me alejo de vosotros queridos padres.”
La importancia de la Relación entre padres e hijos:
Te propongo el siguiente
ejercicio:
Cierra los ojos. Apoya los dos
pies bien en el suelo y visualiza a tus padres biológicos delante de ti.
Observa a quién miras más, o
si miras a alguno de los dos con preferencia.
Solemos tener preferencia por
alguno de los dos.
Ahora toma un par de
respiraciones profundas y te dices:
- Ya soy adulto y decido abandonar mi
preferencia por uno de ustedes.
- Decido verlos a los dos por igual.
- Mamá gracias por la vida.
- Papa gracias por la vida.
- Inclinas la cabeza un poco hacia abajo y
les honras.
Aceptar
a ambos progenitores.
Cuando nos dirigimos a los dos
padres biológicos por igual, es cuando estamos en nuestro estado adulto. Estado
que nos permite estar presentes y tener a ambos integrados como una unidad
indisociable.
El que rechaza a uno de los
dos está rechazando una parte de sí mismo.
Cuando nos relacionamos con
uno de los dos de manera diferente al otro, por ejemplo, ser amiga de la madre,
en vez de la hija. Estamos ocupando un lugar que no nos corresponde y ello
tiene consecuencias. Estamos reemplazando sin saberlo a otra persona. Siguiendo
con el ejemplo puede ser a un hermanito fallecido de la madre o a una antigua
pareja con la que quedó algo pendiente.
Cuando como hijos tomamos la
decisión de considerarlos como una unidad inseparable nos ayuda a:
·
Amarlos.
·
Honrarlos.
· Respetarlos.
·
Tenerles
gratitud por igual.
Tomar al padre:
Aceptar
incondicionalmente al padre tal como es, nos conecta con:
- La fuerza para estar presentes.
- El trabajo.
- La realización profesional.
- Ser responsables de nuestra vida.
- Independientes y autónomos.
La gratitud con el
trabajo y la conexión con el presente nos conecta con nuestra realización como
seres humanos
Tomar a la madre:
Aceptar
incondicionalmente a la madre tal como es, nos conecta con:
- Conexión con la vida.
- La salud.
- El dinero.
- El amor para desenvolverse en la vida.
- La abundancia en nuestra vida.
La gratitud por la vida
recibida se va a reflejar en abundancia y en capacidad para amar.
Tomar a los 2 por igual
Aceptar a ambos
incondicional y simultáneamente nos conecta con:
- El éxito en la vida.
- El éxito en nuestra realización
profesional.
La gratitud por nuestros progenitores es una de las claves del crecimiento espiritual y personal
Cuando un hijo toma esta decisión automáticamente provoca por
resonancia una sanación de la relación entre ambos muy potente.
Eduardo Rivas
- Maestro Reiki
Usui Tibetano
- Maestro Reiki
Heiwa To Ai
- Terapeuta de
Respuesta Espiritual
- Constelador
Familiar
- Terapeuta de Ho
oponopono
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